domingo, 23 de febrero de 2014

De las Elecciones Europeas y de la Fraternidad

Giuseppe Pellizza da Volpedo, Quarto Stato


Ya vuelven las elecciones y España va bien. El próximo mes de Mayo, las elecciones europeas nos sumergirán en un nuevo “dejà vu” de nuevos pronósticos y de disertaciones propagandísticas sobre el trabajo bien hecho, sobre la bajada de la prima de riesgo, sobre los mejores augurios de las empresas de rating, sobre la lucha efectiva contra la corrupción, sobre la excelencia del equipo de Gobierno, y cómo no, sobre la lucha contra el escenario catalán.

PP y PSOE ofrecerán dos formas distintas de hipocresía política: la que practican los neoliberales frente a la que predican los socialistas.

El PSOE venderá igualdad. La igualdad ante la Ley de los españoles, un falso socialismo robustamente adinerado que se comporta y vive de forma liberal, sin hacer políticas de igualdad económica –que son las que realmente importan y comportan cambios-, que no afecten a sus enormes patrimonios, originados en muchos casos gracias a la llegada al poder, y que invitan a pensar en vías de enriquecimiento muy cuestionables.

Por otro lado, el PP venderá libertad, pero solamente la económica. El neoliberalismo en toda su extensión, o lo que es lo mismo, sin priorizar la igualdad. Cada uno es responsable de su suerte (aún naciendo en la miseria). Entre las grandes paradojas del PP, la que más llama la atención es que privatizan y reducen el tamaño del Estado aumentando los bolsillos de su tráfico de influencias. La libertad se convierte en un saqueo de lo público con reparto privado e "igualitario" del botín, cual marxismo interno de partido: quien rebosa de descendientes de la dictadura nunca será maestro de libertades.

Por tanto, la hipocresía toma forma de socialismo liberal o de liberalismo socialista, que junto a la ausencia de fraternidad perfilan una falta de respeto a la esencia de la democracia, del Estado de Derecho y de la soberanía popular.

El cuadro de Giuseppe Pelliza da Volpedo, “Quarto Stato” (1901) representa a un proletariado encabezado por un hombre, una mujer y un niño –el futuro-, y caminando hacia una misión histórica, que solamente ellos podrán llevar a cabo: la igualdad económica. La revolución francesa de 1789 fue una revolución burguesa que perseguía la libertad, la igualdad y la fraternidad; pero que –como todas las revoluciones burguesas- se dejó esta última en el camino. La fraternidad implica una concepción distinta de la igualdad, no solamente una igualdad ante la ley, sino también una igualdad económica; algo que nunca ha interesado al poder político y económico.

Es hora de votar en las europeas y de inspirarnos en el cuadro de Pelliza da Volpedo, para intentar localizar entre los partidos políticos que se presentan, el futuro que encabeza el cuadro, sin olvidar que es asimismo el momento de que todos y cada uno de nosotros pongamos a nuestros hijos en ese punto del cuadro, y superando la demonización de las políticas que surgen del pueblo, pongamos nuestro grano de arena para huir de los partidos tradicionales y apostar por las opciones más progresistas y renovadoras que podamos.

Entre el liberalismo clasista y el comunismo sin libertades tiene que haber vida y éste ha de ser nuestro punto de encuentro. Necesitamos refundar al Marx del siglo XXI, y una sociedad equilibrada de libertades, de igualdad jurídica y de igualdad económica.

Luis Díaz

domingo, 16 de febrero de 2014

De la Inmigración y De la Mariposa Africana



Quince muertos subsaharianos en la frontera entre Ceuta y Marruecos.

Europa presenta hoy la inmigración ilegal como un gran problema que pretende solucionar con verjas de puntas de cuchillos y con disparos de pelotas de goma. 

Pero de hecho, ya hace más de 40 años que esa misma Europa diagnosticó que el futuro empujaría enormes flujos migratorios de personas desde territorio africano hacia el europeo. Después de todo, no era difícil pronosticar este hecho, ya que haciendo un análisis honesto del colonialismo genocida, esclavista y expoliador que la Europa imperial ejecutó a finales del siglo XIX en África, evidencia que este imperialismo diezmó el continente africano y lo dejó en la mayor de las miserias e inmerso en el hambre y en las guerras de por vida. Y aún con este conocimiento, las políticas europeas positivas hacia la contención de la inmigración –por ejemplo, compensando el genocidio y ayudando al desarrollo en los países de origen- han sido nulas en todos estos años.

Europa es muy responsable de lo que hoy es África y de las condiciones de vida que llevan a muchos africanos a dejar a sus familias y arriesgar sus vidas para llegar a la tierra prometida, la Europa del progreso, la que en sus albores construyó todas las ruedas de caucho de sus vehículos con la sangre de millones de congoleños: esclavos, amputaciones, torturas, asesinatos, violaciones y expolio. 

Nos quejamos de que los africanos vienen aquí a robarnos el trabajo, cuando fueron nuestros antepasados los que fueron allí primero para robarles sus vidas y después para asesinarles. Y la lección de humanidad la recibimos de ellos, porque los seres humanos que vienen a Europa, lo hacen en paz y para sobrevivir, con mejores intenciones con las que Europa colonizó África y luego legitimó la invasión bajo el canciller alemán Bismarck. Los flujos migratorios hacia Europa se suceden por nuestra culpa histórica. Son muchos europeos los que desean que los inmigrantes “se vayan a su tierra”, pues ignoran profundamente que en la mayoría de los casos, los lugares de los que proceden no son viables para la supervivencia a causa de lo que hicieron los abuelos de nuestros abuelos, nuestra responsabilidad histórica, hace cuatro días. 

El efecto mariposa en África ha resultado ser un sistema caótico consecuencia de la voracidad de la Europa Imperial. Es muy fácil comprender que nuestros actos pasados han generado escenarios de guerras, refugiados, hambre y miseria en África; y sería honesto y humanitario que ahora Europa asumiera responsabilidades históricas y reparase lo irreparable, el genocidio africano. Pero no será así, la política europea de inmigración de la cancillera Merkel no difiere mucho de la de Bismarck: mucha Alemania, más Alemania, política de contención en Europa, y África existe lo justo y necesario para servir a Alemania. 

Fernández Díaz debería tomar conciencia de que el efecto mariposa es real, de que nuestros actos generan consecuencias irreversibles y que ya los han originado en el pasado; y en el caso de los quince muertos subsaharianos, cualquier persona con un mínimo de sentido común se hubiese dado cuenta de que no se puede disparar en el mar a seres humanos que no saben casi nadar, con ansiedad y asustados, que están luchando por su supervivencia.  

Este nuevo drama era perfectamente previsible, y no sólo no se ha evitado, sino que se ha precipitado sin piedad ni raciocinio suficiente. Y como colofón de esta actitud, los supervivientes que llegaron a tierra española, fueron expulsados del territorio ajenos a las leyes españolas para  refugiados. 

La mariposa carnívora europea sigue robando vidas africanas. Ahora los dioses subirán en coches de alta gama y el domingo purificarán su alma, hasta un próximo vuelo. 

Luis Díaz