domingo, 29 de junio de 2014

Del Estado y la Revolución y de los Soviets 2.0

Ocurre hoy con la doctrina de Marx lo que ha solido ocurrir en la historia repetidas veces con las doctrinas de los pensadores revolucionarios y de los jefes de las clases oprimidas en su lucha por la liberación. En vida de los grandes revolucionarios, las clases opresoras les someten a constantes persecuciones, acogen sus doctrinas con la rabia más salvaje, con el odio más furioso, con la campaña más desenfrenada de mentiras y calumnias. Después de su muerte, se intenta convertirlos en iconos inofensivos, canonizarlos, por decirlo así, rodear sus nombres de una cierta aureola de gloria para ‘consolar’ y engañar a las clases oprimidas, castrando el contenido de su doctrina revolucionaria, mellando su filo revolucionario, envileciéndola. En semejante ‘arreglo’ del marxismo se dan la mano actualmente la burguesía y los oportunistas dentro del movimiento obrero […].
 

Con este párrafo de rabiosa actualidad empieza la obra de Lenin escrita en 1917 y titulada “El Estado y la Revolución”, un intento de completar el legado ideológico que Marx dejó incompleto alrededor de la implementación del Estado. Defiende Lenin el espíritu marxista puro y lo aleja de interpretaciones y opiniones divergentes de políticos y filósofos contemporáneos.
 

La Dictadura del Proletariado es la primera etapa hacia el comunismo, la que destruirá con violencia el estado burgués con el fin de liberar a las clases oprimidas. Explica que para Marx el Estado nunca ha pretendido “conciliar” las clases sociales, sino que el papel del Estado siempre ha sido el de instrumentar la opresión de las clases obreras: “El Estado de la antigüedad era el de los ciudadanos esclavistas, el de la Edad Media el de la nobleza feudal, y el actual es el Estado de la burguesía”.
 

La obra de Lenin fue escrita en una Europa inmersa en la Primera Guerra Mundial, un imperialismo, capitalismo y liberalismo rapaces, un colonialismo atroz, y una Rusia empobrecida por la autocracia zarista y la Gran Guerra, y preparándose para la guerra civil; si bien es cierto que la radiación de fondo de todos estos conflictos aún se puede escuchar en el Siglo XXI.

Lenin no dudaría en acusarme de envilecer a Marx cuando considero que los tiempos actuales exigen la renovación y redefinición de sus ideas, donde la vía de la violencia ya no sea una opción. Pero me alegra conocer que esa es además la postura de la nueva izquierda renovada actual, que parece querer emprender un camino de cambios radicales, pero pacíficos, por la vía democrática, releyendo sus orígenes, y adaptándolos a nuestra nueva realidad.

Han pasado casi 100 años de la obra de Lenin, y navegamos por un tiempo filosófico paralelo: los líderes de la izquierda renovada son atacados y difamados sin piedad por la todopoderosa burguesía, -igual que denunciaba Lenin en su época- la que a su vez tiembla cuando oye hablar de la dictadura del proletariado, que hoy día no será otra cosa que utilizar la democracia en sentido inverso al que ha ejecutado la mayoría absoluta del PP, con la finalidad de fomentar la soberanía, terminar con los privilegios de clase, y erradicar la sumisión servil a la economía.

Esta nueva "dictadura democrática" del pueblo deberá articularse sin violencia y desde la modernidad, con innovados "soviets” de trabajadores cualificados en el uso de las nuevas tecnologías.

¿Serán estos modernos Soviets 2.0 los Círculos territoriales y temáticos que construye Podemos

Luis Díaz

domingo, 15 de junio de 2014

De “Vida, Libertad y Propiedad” y de la Igualdad para Ser Libre


Motor del capitalismo y del liberalismo en Europa, hacia 1900

Defiende algún partido liberal extremo la validez del axioma de que la defensa de la vida, la libertad y la propiedad deberían ser tres características indisociables del ser humano, y que no puede existir una sin las otras, de tal modo que la destrucción de cada concepto queda asociada a los verbos de asesinar, esclavizar y robar.

No lo cuestiono, pero es un principio curioso para un liberalismo cuya entrada a la modernidad se forjó a finales del Siglo XIX en una Europa imperialista, capitalista y liberal que superó la crisis de final de siglo asesinando, esclavizando y robando a las colonias empleando la mayor de las crueldades. Solamente el liberal Rey de Bélgica asesinó a 10.000.000 de congoleños; pero no es una excepción, pues los hipócritas imperios francés, inglés y alemán también compitieron en defender la libertad en Europa con el asesinato, la esclavitud y el robo de aquellos que consideraron inferiores, incivilizados y salvajes.

No pretendo comparar la barbarie de finales del siglo XIX con los ciudadanos del siglo XXI. Pero sí denuncio que la coherencia del liberalismo contemporáneo pasaría, por tanto y en primer término, por reparar asesinatos, esclavitud y robo históricos, el gran mal que denuncian; para devolver la vida, la libertad, y la propiedad robadas a todas aquellas generaciones de africanos y asiáticos, que ahora lo necesitan, y que sufren por nuestra culpa. La libertad como botín de guerra o fruto de la opresión colonial, no es libertad, es saqueo.

Por poner solamente un ejemplo más de las virtudes históricas del liberalismo, recordaré que fue Churchill, el gran liberal e imperialista convencido, quien permitió que Franco ganara la Guerra Civil española, negando su ayuda por miedo al comunismo. Ese mismo miedo, le llevó a ningunear a Stalin (dictador asesino que nada tiene que ver con los principios de Marx) precipitando la invasión de Polonia tras el pacto germano-soviético, y por tanto, la Segunda Guerra Mundial. El liberalismo de Churchill también incendió la guerra palestino-israeliana.

Pero no nos engañemos sobre la profundidad de las ideas liberales extremas. Los liberales pertenecen todos a la clase privilegiada, no hay obreros ni por despiste, no son gentes nacidas en cunas difíciles. No tienen abuelas manteniendo a toda la familia con la pensión, ni están desahuciados en la calle, ni la vida les ha jugado una mala pasada. Para ellos, la desgracia forma parte de la libertad –aunque nunca de la suya propia, ¿será casual?, y apuestan por transferir los derechos ciudadanos y la dignidad al ámbito de la limosna.

Nunca hablan de libertad sin pronunciar la palabra propiedad o dinero, porque después de todo, la única libertad que les interesa es la de su bolsillo; aunque ésta sea a costa de la libertad de los demás. No los veremos devolviendo lo históricamente robado a África y Asia. El liberalismo hace “borrón y cuenta nueva”, porque de lo contrario, sin dinero, ya no les interesaría ser libres. Esto no son principios, es promover la insolidaridad y la injusticia social por parte de quien la vida solamente les ha mostrado una de sus caras, la de la libertad que les transfirió papá a través de la cuenta bancaria.

La libertad extrema disuelve la igualdad, y por tanto, la posibilidad de que esta misma libertad esté al alcance de todos. Y al contrario, la igualdad extrema también destruye la libertad, porque limita las potencialidades individuales.
  
Por tanto, como he manifestado muchas veces, los extremos siempre son excluyentes, y los ciudadanos tenemos que encontrar el compromiso entre ni tener miedo a la libertad, ni tenerlo a ser igual que los demás; hacerle sitio a la fraternidad, y si hay que pagar impuestos para permitir que otras personas abandonen la miseria y alcancen con dignidad y sin dádivas, su vida, su libertad y su propiedad, pues que así sea.

Seguro que la libertad alcanzará su mayor esplendor cuando esté al abasto de todos los seres humanos por igual.

Luis Díaz


miércoles, 11 de junio de 2014

De las Intrigas del Bipartidismo y de Radicalizar a Madina



Cuanto menos, es llamativo el punto de inflexión trazado por el tratamiento crítico dado por la derecha mediática sobre la figura de Rubalcaba y del PSOE, antes y después de la aprobación de la Ley Orgánica de la Abdicación del Rey.

Para los medios conservadores, Rubalcaba ha pasado de ser de profundo incompetente a gran estadista en tan solamente 24 horas. También se deshacen en elogios con Susana Díaz y con el candidato a la Secretaría del Partido, Pedro Sánchez (que lleva escrito en el rostro que conseguirá menos votos que los que ni se presentan).

Diarios como La Razón o ABC han lanzado tantas flores al PSOE, que la situación hace pensar que algo huele a chamuscado. Es como si el PP necesitase dar un empujoncito hacia delante al PSOE, pues no podemos olvidar el temblor de piernas que les causa el imparable éxito de la emergente, renovada y esperanzadora izquierda social, que está surgiendo cual mágico Géiser de entre la bruma, de la mano de Podemos y de Pablo Iglesias.

Ahora bien, que el PP estuviese ayudando al PSOE es algo que podría hacerle más daño que provecho a ambos, a menos que pareciese todo lo contrario. Cuando La Razón echa flores a todo el PSOE, y luego ataca duramente al candidato con más opciones de presidir la Secretaría, Eduardo Madina, describiéndolo como un personaje extremo, radical y republicano, no lo hace pensando en robar votos al PSOE, sino en transferirlos desde Podemos al PSOE.
 
Aquí se transparenta la argucia, la estrategia del PP y del PSOE, el pacto oculto, las intrigas palaciegas del bipartidismo: radicalizar a Madina es el mejor regalo que La Razón podría ofrecer al PSOE y al mismo PP. De esta manera, la “casta” pretende convertir a un triste y monacal líder sin carisma en el rebelde "Cid Casteador", o quizá en el salvador de los pobres "Robin CastaHood". Los conservadores terminarán deslomados en el intento.

Pero no tienen otra. Al fuego de la ilusión de Pablo Iglesias y de Podemos solamente con fuego podrán combatirlo, aunque este fuego del PSOE no sea de ilusión, sino de cartón-piedra. El trabajo propagandístico de la derecha mediática consistirá en implementar unos buenos efectos especiales para que los votantes de izquierdas perciban el fuego del figurante Madina como una falla valenciana. Y contra más radical exageren a Madina los medios de la derecha, los españoles de izquierdas más picaremos el anzuelo para volver al redil del PSOE, y así hasta que nos tengan a todos bien pescados en la red. 

Y después de la red, a la cazuela.

Luis Díaz

domingo, 8 de junio de 2014

De Reformar la Constitución y del Sprint de la Corona



Cambiar la Constitución Española puede ser un periplo comparable a la Odisea del mismo Ulises. Existen dos vías para modificar la Constitución: la del Artículo 167 y la del Artículo 168.

La reforma en materia económica que aplicó en 2011 el Gobierno Zapatero con apoyo del PP, que versaba sobre el artículo 135, se ajustaba a lo previsto en el artículo 167, y requería una mayoría del 60% de senadores y del 60% de congresistas; o bien, la mayoría absoluta del Senado y un 66% de miembros del Congreso. Adicionalmente, la Constitución permitía someter a referéndum la reforma si así lo solicitaba un 10% de congresistas o un 10% de senadores. Lamentablemente, nadie del PP ni del PSOE lo hizo. Por su parte, la suma de todos los miembros que no eran ni PSOE ni PP no llegó a ese 10%. Tomemos aquí buena nota de las perversiones del bipartidismo y de no votar terceras alternativas.

La segunda vía para reformar la Constitución se reglamenta en el artículo 168, cuyo abasto son el Título Preliminar (Enumeración general de la forma de Estado, símbolos, lenguas, partidos políticos, etc.), el Título I, Capítulo II, Sección 1ª (“De los Derechos Fundamentales y de las Libertades Públicas”), y el Título II (“De la Corona”). Cambiar una sola palabra en esta parte de la Constitución requiere aprobación de la propuesta por el 66% del Senado y el 66% del Congreso, disolución inmediata de las Cortes, nueva aprobación por parte de las nuevas Cámaras con el mismo porcentaje, y referéndum popular final.

Todo un blindaje: si la reforma constitucional se plantea inmediatamente después de unas elecciones, encontraríamos un escenario en el que las Cortes se resetearían 2 veces en un breve espacio de tiempo.

Si hacemos converger la legalidad española descrita con el “Sprint” real en la Sucesión a la Corona de España un año antes de lo previsto, podríamos interpretar que ese año adelantado que nos colocaría alrededor del antes y después de las Elecciones Generales al Parlamento español, puede tener mucho que ver con la precipitada abdicación del Rey.

Durante el próximo año se celebrarán las Elecciones Generales, donde tendremos un desesperado PSOE; un cada vez más débil PP; y fuertes alternativas sociales al bipartidismo mayormente no pro monárquicas. Por otro lado, estarían Catalunya y el País Vasco forzando la máquina para conseguir bien la Independencia, bien un cambio constitucional importante, que pudiera afectar al artículo 168 de la Constitución. Una situación política delicada para realizar un cambio de Rey, en el que los apoyos a Felipe VI no estarían garantizados; y por lo tanto, mezclar la Sucesión al Trono con un cambio constitucional según el artículo 168, significaría para Felipe VI estar en el sitio más equivocado en el peor momento posible.

Pero los buenos estrategas se adelantan a los problemas. Cuando dentro de 1 año llegue el tsunami político de las Elecciones Generales a España, y se manifieste el gran cambio político y social de izquierdas que muchos deseamos, Felipe VI estará ya sentado en el trono cuando se aborde la Constitución, contento y feliz con su familia. Lo único que cabrá cuestionar entonces serán los vestiditos de la nueva Reina, lo guapa que es, o lo campechano que es el nuevo Rey.


Luis Díaz

domingo, 1 de junio de 2014

Del Mayo Revolucionario y De Vestir Algunas Flores En el Pelo Cuando Vayas a Can Vies



Los Años Dorados es el nombre con que se conoce a la época que transcurre entre la Segunda Guerra Mundial y la crisis de principios de los años 70. Fue un periodo de crecimiento y riqueza de ámbito mundial sin precedentes, que llegó a Europa de la mano de un capitalismo occidental que había sabido conjugar el liberalismo con un cierto socialismo,  y que dio lugar al Estado del Bienestar de los países industrializados.

Fueron tiempos de grandes cambios, con una gran inmigración del campo a las ciudades por la mecanización de la agricultura, la liberación de la mujer, el gran auge de las profesiones que requerían estudios superiores, y el acceso masivo de estudiantes de clases bajas y medias a estos estudios universitarios; otorgando a la población estudiantil universitaria -ahora de izquierdas- de un poder de gran influencia política y social, radical e inconformista.

La violenta revolución social que estalló en Mayo de 1968 en Paris y se extendió por todo el mundo como la pólvora, fue la crónica de la muerte anunciada de una prosperidad económica que ya había comenzado a remitir dejando una estela de paro, huelgas de trabajadores, y protestas estudiantiles; un escenario en el que se instaló en la juventud un sentimiento antibelicista en medio de guerras de descolonización; mientras que en Estados Unidos, la Guerra de Vietnam y las impactantes imágenes televisadas, dejaba en evidencia las miserias de la Administración americana ante todo el mundo, potenciando movimientos pacifistas de gran calado social.

La revolución social de 1968 estuvo orquestada por una revolución cultural que representó el triunfo del individuo sobre los estereotipos sociales del momento y una libertad individual sin reglas. Fue el culto al Sex & Drugs & Rock’N’Roll, a las consignas “Love And Peace”,  a la manifestación de una nueva forma de vida revolucionaria, al culto a la eterna juventud, a la rebelión contra lo preestablecido, y al descontento contra el capitalismo actual, la sociedad de consumo y la guerra.

Las elecciones europeas de 2014 han puesto de manifiesto que una nueva izquierda parece ahora rebelarse en toda Europa, una izquierda joven, comprometida y renovada, que surge del pueblo, de los ciudadanos, y no de la clase política que sigue anquilosada en el poder, en medio de corruptelas, servilismos y mediocridad.

Hoy he pasado por el centro social autogestionado de Can Vies, en el Barri de Sants, cuyo intento de derribo ha sido una víctima más de la política urbanística del Ayuntamiento de Barcelona. Mientras la ciudadanía intenta reconstruir el edificio, y reorganizarse contra la crisis, la Administración Trias dedica el presupuesto municipal a comprar cemento y ladrillos, y a colapsar Barcelona de obras por los cuatro costados.

La excavadora de la foto conquistada con flores por los ciudadanos de Can Vies me ha traído viejos recuerdos que, en medio de este entorno de crisis y de albores de cambio en las izquierdas de Europa, me han transportado al pacifista Festival de Monterey de 1967, donde mientras Hendrix hacía estallar las bombas de Vietnam con su guitarra en "Star Spangled Banner", Scott McKenzie cantaba aquel himno que invitaba a venir a San Francisco con flores en el pelo. 



If you're going to San Francisco
Be sure to wear some flowers in your hair
If you're going to San Francisco
You're gonna meet some gentle people there

For those who come to San Francisco
Summertime will be a love-in there
In the streets of San Francisco
Gentle people with flowers in their hair

All across the nation such a strange vibration
People in motion
There's a whole generation with a new explanation
People in motion people in motion

(…) 

Scott McKenzie "San Francisco (Be Sure To Wear Some Flowers In Your Hair)"


Luis Díaz