domingo, 15 de junio de 2014

De “Vida, Libertad y Propiedad” y de la Igualdad para Ser Libre


Motor del capitalismo y del liberalismo en Europa, hacia 1900

Defiende algún partido liberal extremo la validez del axioma de que la defensa de la vida, la libertad y la propiedad deberían ser tres características indisociables del ser humano, y que no puede existir una sin las otras, de tal modo que la destrucción de cada concepto queda asociada a los verbos de asesinar, esclavizar y robar.

No lo cuestiono, pero es un principio curioso para un liberalismo cuya entrada a la modernidad se forjó a finales del Siglo XIX en una Europa imperialista, capitalista y liberal que superó la crisis de final de siglo asesinando, esclavizando y robando a las colonias empleando la mayor de las crueldades. Solamente el liberal Rey de Bélgica asesinó a 10.000.000 de congoleños; pero no es una excepción, pues los hipócritas imperios francés, inglés y alemán también compitieron en defender la libertad en Europa con el asesinato, la esclavitud y el robo de aquellos que consideraron inferiores, incivilizados y salvajes.

No pretendo comparar la barbarie de finales del siglo XIX con los ciudadanos del siglo XXI. Pero sí denuncio que la coherencia del liberalismo contemporáneo pasaría, por tanto y en primer término, por reparar asesinatos, esclavitud y robo históricos, el gran mal que denuncian; para devolver la vida, la libertad, y la propiedad robadas a todas aquellas generaciones de africanos y asiáticos, que ahora lo necesitan, y que sufren por nuestra culpa. La libertad como botín de guerra o fruto de la opresión colonial, no es libertad, es saqueo.

Por poner solamente un ejemplo más de las virtudes históricas del liberalismo, recordaré que fue Churchill, el gran liberal e imperialista convencido, quien permitió que Franco ganara la Guerra Civil española, negando su ayuda por miedo al comunismo. Ese mismo miedo, le llevó a ningunear a Stalin (dictador asesino que nada tiene que ver con los principios de Marx) precipitando la invasión de Polonia tras el pacto germano-soviético, y por tanto, la Segunda Guerra Mundial. El liberalismo de Churchill también incendió la guerra palestino-israeliana.

Pero no nos engañemos sobre la profundidad de las ideas liberales extremas. Los liberales pertenecen todos a la clase privilegiada, no hay obreros ni por despiste, no son gentes nacidas en cunas difíciles. No tienen abuelas manteniendo a toda la familia con la pensión, ni están desahuciados en la calle, ni la vida les ha jugado una mala pasada. Para ellos, la desgracia forma parte de la libertad –aunque nunca de la suya propia, ¿será casual?, y apuestan por transferir los derechos ciudadanos y la dignidad al ámbito de la limosna.

Nunca hablan de libertad sin pronunciar la palabra propiedad o dinero, porque después de todo, la única libertad que les interesa es la de su bolsillo; aunque ésta sea a costa de la libertad de los demás. No los veremos devolviendo lo históricamente robado a África y Asia. El liberalismo hace “borrón y cuenta nueva”, porque de lo contrario, sin dinero, ya no les interesaría ser libres. Esto no son principios, es promover la insolidaridad y la injusticia social por parte de quien la vida solamente les ha mostrado una de sus caras, la de la libertad que les transfirió papá a través de la cuenta bancaria.

La libertad extrema disuelve la igualdad, y por tanto, la posibilidad de que esta misma libertad esté al alcance de todos. Y al contrario, la igualdad extrema también destruye la libertad, porque limita las potencialidades individuales.
  
Por tanto, como he manifestado muchas veces, los extremos siempre son excluyentes, y los ciudadanos tenemos que encontrar el compromiso entre ni tener miedo a la libertad, ni tenerlo a ser igual que los demás; hacerle sitio a la fraternidad, y si hay que pagar impuestos para permitir que otras personas abandonen la miseria y alcancen con dignidad y sin dádivas, su vida, su libertad y su propiedad, pues que así sea.

Seguro que la libertad alcanzará su mayor esplendor cuando esté al abasto de todos los seres humanos por igual.

Luis Díaz


6 comentarios:

  1. Me gustaría destacar un pequeño fragmento de este artículo:

    "La libertad extrema disuelve la igualdad, y por tanto, la posibilidad de que esta misma libertad esté al alcance de todos. Y al contrario, la igualdad extrema también destruye la libertad, porque limita las potencialidades individuales."

    Creo que refleja perfectamente la realidad, desde la economía, hasta la política e incluso un mísero partido de fútbol. Aristóteles tiene, en mi humilde opinión, toda la razón.

    Enhorabuena por tu entrada.

    Un saludo, @adriantsn

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    1. Muchas gracias Adrián. Has escogido el párrafo más sustancial del texto.

      :) Luis

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  2. La de platicas a las que he atendido y aprendido sobre este tema: el Liberal contra el Libertario, dentro del Anarquismo, claro, no de los que bien llamamos neoliberales, que son estos estatistas intervencionistas, amigos de clientelistas, que entre todos y por su afán privatizador de lo ajeno, son la familia de los estatistas contra el Pueblo.
    Pedazo de artículo ... :-)

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  3. Tienes razón Luis yo a veces me sentía culpable de tener un empleo mejor pagado que otros nativos de Hospitalet porque aquí hay bastante miseria pero si lo miras bien en el fondo no hago más que cumplir es el sistema que me obliga conseguir un empleo. El paro ayuda a reflexionar sobre la condición, nuestra condición humana. Amar

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