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Será bueno entonces recordar que desde que empezó la crisis, el PP ha intentado justificar una y otra vez la progresiva y acelerada implantación de su ideología excluyente basada en el capital y en los privilegios, “por el bien de todos”, la hipocresía neoliberal. Simultáneamente, tanto PP como PSOE se han intentado desvincular de la escandalosa estela de corrupción y malas prácticas políticas que han ido dejando a su paso durante muchos años, utilizando ambos un discurso tan ausente como rancio. Pero ahora sí, por fin ha llegado la hora, desde el silencio cómplice y desde la sombra de los plasmas, de encender las luces, vestir las mejores galas, y empezar el show electoral. Bienvenidos a la política-ficción. Entrada gratis. Bocadillos, aperitivos y comidas gratis. Viajes gratis. Espectáculos gratis. Todo gratis, pero pagamos todos, hasta los desahuciados y los enfermos de Hepatitis C.
En medio de esta
triste función política, y poco después de que el juez Ruz haya sido
desactivado; de repente, sale Bárcenas de la cárcel, sintiéndose traicionado y
cuestionando la honorabilidad del Presidente de Gobierno, misivas no para la
prensa, sino para el mismo Rajoy, con el fin de conseguir impunidad a cambio de
silencio. Y cuando el vómito político parecía estar en
los límites de la realidad, aparece el Salvador de España, el vigoréxico
salvapatrias y héroe nacional-católico de la FAES y de las Dos Castillas, que
con superpoderes para descubrir armas de destrucción masiva en Iraq y dar su apoyo al asesinato de civiles indefensos, habla de
castigar a Catalunya y de su gran honestidad, amenazando con volver, o lo que
es peor, con haber estado siempre ahí, cual Batman vigilante en la oscuridad. Esto ya no es política-ficción,
directamente es comic, y quién aún lo dude, que busque imágenes de la boda de su hija.
Y del comic,
nuevamente a la política-ficción con una dosis de utopía. La búsqueda de la
Independencia de Catalunya es el único fin vital para ERC, lo que le lleva a justificar
pactos una y otra vez con el partido de la corrupción burguesa
catalana, CiU, (¿quizá desavenencias interesadas para
mantener distraído al león?). Esto no quita que para los
catalanes de raíces y tradición independentista, ésta sea una oportunidad
fantástica para llevar a término la probablemente mayor utopía de sus vidas, la Independencia.
Es legítimo perseguir
utopías, pero no obstante, ésta merece una crítica, ya que -a mi parecer- se está incurriendo en lo que en
ética se conoce como “preferencias adaptativas”; es decir, se hace creer a ciertas personas
que les interesa más una cosa que la otra. Esta afirmación se basa en el hecho
de que cuesta comprender que muchísimas familias emigradas sin tradición
independentista y sin conocimientos sobre la Historia de Catalunya opten por
independizarse de España “por motivos históricos”, e incluso políticos. Es
obvio pues, que muchas familias de origen no catalán decidieron apostar por la
independencia y por la izquierda catalana en un momento de crisis y de
dificultades económicas donde las tradicionales opciones políticas de la
izquierda española en Catalunya habían desaparecido o se encontraban tan
acomodadas como ausentes: el PSC se hundía
mientras que IU estaba más perdida que Wally en un partido del Atlético de Madrid. La tradicional política-ficción
no dió respuestas a estas personas, y sí lo hizo la izquierda catalana.
El lobby independentista ha sido muy inteligente inyectando un sentimiento catalanista en estos ciudadanos procedentes de familias emigradas. Esto se ha conseguido con la organización de manifestaciones festivas, familiares, divertidas, con aventura, con ocio, con cultura, como la “diada catalana”, la “uve”, la “via catalana”, los espectáculos del “Born i 1714”, etc. ¿Por qué la ANC no llamó al independentismo de forma generalizada a autoinculparse tras la querella de la Fiscalía a Artur Mas? ¿Por qué un pueblo en plena revolución no se autoinculpó por voluntad propia? ¿Abandona un pueblo al líder que les lleva a la tierra prometida? La respuesta es fácil: a esa fiesta, nadie quiere ir, y aquí, en el fondo, se está mezclando peligrosamente reivindicación política y diversión con intencionalidad de dudosa ética.
El lobby independentista ha sido muy inteligente inyectando un sentimiento catalanista en estos ciudadanos procedentes de familias emigradas. Esto se ha conseguido con la organización de manifestaciones festivas, familiares, divertidas, con aventura, con ocio, con cultura, como la “diada catalana”, la “uve”, la “via catalana”, los espectáculos del “Born i 1714”, etc. ¿Por qué la ANC no llamó al independentismo de forma generalizada a autoinculparse tras la querella de la Fiscalía a Artur Mas? ¿Por qué un pueblo en plena revolución no se autoinculpó por voluntad propia? ¿Abandona un pueblo al líder que les lleva a la tierra prometida? La respuesta es fácil: a esa fiesta, nadie quiere ir, y aquí, en el fondo, se está mezclando peligrosamente reivindicación política y diversión con intencionalidad de dudosa ética.
Ahora, en los últimos
meses, las cosas están cambiando, y el miedo se ha asentado en la izquierda
catalana, paradójicamente miedo al derecho a decidir del pueblo. La izquierda española de
“Podemos” ha girado la mirada hacia Catalunya, e incluso “Izquierda Unida”
parece ponerse las pilas. Aparece el
pánico de que los sectores obreros de origen español se dejen de fiestas,
camisetas y banderas para fijarse en su interés político natural, en “Podemos” o “Guanyem”. El objetivo de la
izquierda catalana será ahora convencerles de que sus intereses son otros, los
propios independentistas. Los argumentos, como es habitual, fiestas y confetis.
Esta afirmación no es
gratuita. Cuando analizamos la preocupación de Mas y Junqueras por establecer
una fecha electoral que “vaya bien”; es decir, lejos de corrupciones de
partido, midiendo las posibilidades electorales personales, después de la Diada
(enaltenación del independentismo mediante la fiesta), antes de la irrupción de
“Podemos” en las Elecciones Generales de España,.. ; es entonces cuando comprendemos que
ni a ERC ni a CiU les importa el Derecho a Decidir libremente, éste no necesita calcular la
fecha electoral. Prefieren condenar a algunos ciudadanos a vivir en el mundo de
las preferencias adaptativas, en el parque de atracciones de Pinocho, donde es
muy divertido estar, pero el premio real es la falta de libertad y la
heteronomía. Si se calcula la fecha electoral buscando un resultado favorable,
no hablamos de democracia, hablamos de que “quiero que la gente vote lo que a
mí me va bien”. Aunque la utopía independentista es legítima, los líderes de la
antigua política-ficción han conseguido convertirla en una mentira más. El fin
nunca justificará los medios, al menos, acompañado de la ética, y sin ética, no
hace falta buscar un mundo mejor, pues no estará allí donde vayamos.
Por último, no hablaré
del “Derecho a Conocer” las consecuencias de la Independencia, porque las
“utopías” son un camino, no un destino, y pueden tener efectos imprevisibles, para bien o para mal, y así se han de escoger y aceptar. Aunque este argumento que yo defiendo no es el que se explica en Catalunya, porque en Catalunya no se explica nada de nada, obviamente porque es políticamente más rentable mantener abierto el parque de atracciones de Pinocho. Todo el debate abierto se ha limitado y se limita a votar sí o no, o a poneros de acuerdo sí o no (a Mas y Junqueras); a excepción de hablar sobre la construcción de una Hacienda pública catalana.
La utopía en mayúsculas es la que se está formando en Europa y la que triunfa en la cuna de la democracia, la Grecia de Aristóteles, ahora la Grecia de Syriza. Es como el Ave Fénix que renace de sus cenizas tras ser asesinado por la mano neoliberal. Y el segundo amanecer de la utopía será España, pareciendo alumbrar el camino que hay que seguir, porque la utopía es un camino, que –como el de Machado- se hace al andar. Nada cambiará de la noche a la mañana; pero cuanto más andemos, hacia la democracia y la justicia social, más nos alejaremos del totalitarismo neoliberal y de la insensible ideología que ni se pregunta por la desigualdad social, ni tampoco le importa.
En España, la utopía se llama “Podemos”, en Catalunya, la utopía se llama “Independencia”. La lid catalana entre estas dos utopías se disputará, por un lado, con “Podemos” para recuperar el voto natural de la izquierda española, que se ha refugiado en el independentismo catalán; y por el otro, con el independentismo, que hará lo posible por retener a estos votantes potenciales, entre fiestas y banderas.
La utopía en mayúsculas es la que se está formando en Europa y la que triunfa en la cuna de la democracia, la Grecia de Aristóteles, ahora la Grecia de Syriza. Es como el Ave Fénix que renace de sus cenizas tras ser asesinado por la mano neoliberal. Y el segundo amanecer de la utopía será España, pareciendo alumbrar el camino que hay que seguir, porque la utopía es un camino, que –como el de Machado- se hace al andar. Nada cambiará de la noche a la mañana; pero cuanto más andemos, hacia la democracia y la justicia social, más nos alejaremos del totalitarismo neoliberal y de la insensible ideología que ni se pregunta por la desigualdad social, ni tampoco le importa.
En España, la utopía se llama “Podemos”, en Catalunya, la utopía se llama “Independencia”. La lid catalana entre estas dos utopías se disputará, por un lado, con “Podemos” para recuperar el voto natural de la izquierda española, que se ha refugiado en el independentismo catalán; y por el otro, con el independentismo, que hará lo posible por retener a estos votantes potenciales, entre fiestas y banderas.
Mi consejo es que cada
individuo decida pensando en sí mismo, en el interés de todos y especialmente, de los que
menos tienen; y se tome la decisión que se tome, al menos, que el voto político sea en reflexión
y no porque me invitaron a merendar; y por supuesto, apostar antes por las utopías que por la política-ficción.
Luis Díaz
Luis Díaz