Un
nudo gordiano puede quitarse de dos maneras: o desatarse o cortarse con la
espada -tal como explica una leyenda sobre Alejandro Magno. También puede
apretarse más o dársele más vueltas.
En
Catalunya, afortunadamente, la espada alejandrina es un argumento descartado, y
no sólo porque el independentismo reivindique pacifismo de forma reiterada,
sino porque es evidente que quien exige a sus líderes el sacrificio y entrada
en prisión que comportan ciertas decisiones, mientras ellos se van de vacaciones, hacen vida normal en los super,
los cines, los bares, y sin perder ni un día de trabajo en las escasas huelgas
convocadas, y cuando las revoluciones son en festivos, por la tarde, y con -digamos-
“montañas rusas y chuches”,.. en fin, con cuatro gatos quemando contenedores y
tirando pintura, nadie ha conseguido nunca la independencia de un territorio. Y
no se alegre el unionismo de esta crítica, porque esto no depende de una
ideología concreta, puesto que todos estamos perfilados así: el individualismo
que nació en el Renacimiento y se hizo mayor con el liberalismo, se ha asentado
en las sociedades occidentales a través de los siglos, conformando nuestra
personalidad de manera que -en el mejor de los casos- defenderemos siempre
cualquier injusticia que consideremos, siempre y cuando personalmente no
perdamos nada con ello; es decir, siempre sin sacrificio personal. Somos
sociedades egoístas y ésta es la principal herencia que transmitimos de
generación en generación en el Siglo XXI.
Así
bien, olvidemos la épica y el pacifismo festivo que hoy no conduce a ningún sitio
y retomemos ya un merecido pragmatismo tras 12 años de crisis y Procés en
caída libre. ¿En caída libre? Sí. La independencia de Catalunya supondría la
desintegración de las instituciones democráticas y formaciones políticas tal y como
hoy las conocemos, y le imitarían otras autonomías del Estado desintegrando España,
generando crisis económicas a nivel nacional e internacional. Esto podría ser
hasta positivo para algunos colectivos -no haré valoraciones-, pero la suma de PSOE,
PP y Ciudadanos siempre será mayoría y nunca se disolverán con una sonrisa
porque en Catalunya se hagan “uves” o manifestaciones festivas. Por lo tanto,
vía pacífica con “uves” y mayoría PSOE, PP y Ciudadanos en el Congreso, esto es
perder el tiempo. Además, en breve se pondrán de acuerdo estos tres partidos políticos
para nunca más necesitar a nadie para gobernar: ni a Podemos ni a ERC. Basta
contar votantes potenciales con una calculadora de bolsillo para comprender que
esto es así. Por lo tanto, con esta música, los presos catalanes malgastarán
todas sus vidas en prisión porque la izquierda catalana y la española equivocaron
sus caminos hace 12 años. Se ha de volver atrás para salir del pozo, deshacer
el nudo gordiano vuelta a vuelta, y coger el camino correcto. No hay atajos. Aquí
no se hace camino al andar, se aprieta el nudo al andar.
La
estrategia del independentismo catalán fue errónea desde el principio. Resumiendo:
la política se ha ido improvisando sobre la marcha y con acciones pacifistas tan
oportunas como poner a un oso polar a vivir en un desierto, condenadas al fracaso.
Es cierto que detrás de las mismas, también han existido oscuros intereses
internos que nada tenían que ver con la independencia. Sólo dos caminos eran objetivamente
viables hace 12 años para intentar la independencia: uno la violencia -y se
descartó-, el otro, a través de una República Española, haciendo fuerza común
con el 15M -que resurgía entonces con gran potencia y sin divisiones. Pero la
mitosis política de la izquierda sobrevino súbitamente ya que el
independentismo quiso sacar partido del descontento de la crisis económica que
en otro escenario no tendría (del 15% al 48% en pocos años), y aunque Pablo Iglesias
intentó no perder afinidad con ERC apoyando el Referéndum de Autodeterminación,
ERC sólo estaba interesada en Podemos para intentar arrebatar sufragios y
aumentar la masa independentista. Luego aparecieron Ada Colau y Albano
Dante, y la multiplicidad de protagonismos y matices se acabaron llevando lo
importante de la ideología por el sumidero. Por último, los sucesos de septiembre en el Parlament
de Catalunya también supusieron un gran desprecio hacia aquellos que
apoyaban un Referéndum pactado dejándolos con el culo al aire ante toda España,
en un orgasmo de la propaganda conservadora.
Creo
que es hora de deshacer el nudo. El independentismo se ha metido en
un pozo después de 12 años, y ya sólo puede jugar la carta de bloquear al Gobierno
de España (por la izquierda), y esa carta también es perdedora, porque a partir
del próximo noviembre seguramente tampoco servirá ya para nada por las bodas anunciadas entre PSOE y Ciudadanos.
Por
eso creo que Podemos, de forma unilateral, ha de empezar a deshacer el
nudo gordiano, vuelta a vuelta, marcha atrás. La primera acción será dejar de
apoyar ahora y públicamente un Referéndum en Catalunya, -por muy legítimo que sea o que le parezca- en un escenario político enquistado y estéril, y que sólo sirve
para debilitar al partido.
Este
primer paso atrás permitiría quizás que el 15M vuelva a coger aire en todo el territorio español, o posibilitar una mejor negociación con Pedro
Sánchez, conseguir el indulto a los presos catalanes -otro paso atrás imprescindible
para la normalización de las relaciones institucionales-, recuperar el Pacto Fiscal, o incluso, a medio
plazo, abrir el melón constitucional para la negociación de una III República sin propaganda del miedo en Catalunya.
Este
debería ser un nuevo punto de partida para el independentismo catalán objetivamente
más realista desde el pacifismo, pero ERC sabe que con una República Española y sin
crisis económica, ese 48% sería poco más que una ilusión. Por eso, Podemos ha de tomar esta decisión de forma unilateral y soberana.
Cerrar
el Procés y Abrir la III República. Ahora o nunca.
Luis
Díaz