España está viviendo un efecto “Géiser”, el de aquellas
aguas termales que tras ser sometidas bajo tierra a alta presión, explotan en
una violenta columna de agua caliente y vapor de agua hacia lo más alto. El
desmantelamiento del Estado del Bienestar está sometiendo a altas presiones a
las clases medias y bajas, haciéndolas entrar en un peligroso estado de “ebullición
social”. El “Géiser” está a punto de estallar, y aunque apunta hacia las altas
instituciones del Estado, el suelo está reforzado con cemento feudal,
propaganda mediática y alta tecnología, y se corre el riesgo de una implosión
subterránea que destruya para siempre el derecho y el sentido común del pueblo.
Sería miseria, para unos más que para otros.
El Proyecto “Géiser” es un proyecto que aún no existe, un
sueño humanístico, una utopía viable. Es el proyecto para redirigir y canalizar
la violencia natural del estallido del “Géiser” en un puente democrático hacia
una nueva gobernabilidad del Estado. Un Gobierno con la mayoría absoluta del
pueblo, para construir al margen de los que sólo destruyen, con los mejores
profesionales, con los mejores individuos, con el pueblo y para el pueblo, con
un programa político para causar admiración en Europa y en el mundo, y con un
nuevo modelo humanístico de entender la vida, que podría no sólo quedar como
herencia para las generaciones venideras, sino como ejemplo en la Historia de
la Humanidad. Es el momento, y sí, se puede.
Hoy día vivimos la construcción espontánea de una
horizontalidad social de asociaciones, grupos, bancos de alimentos, diversas
organizaciones de ayuda -grandes y pequeñas-, aparte de las ya conocidas ONGs. Quizá
no nos hemos dado cuenta, pero se está construyendo la planta baja de un enorme
edificio de derechos, de responsabilidades, de altruismo, y de regeneración
política. La autocrítica social que cabe es que casi todo son asociaciones de
afectados que raramente unen esfuerzos a pesar de luchar contra un interlocutor
común: el Gobierno.
En esta construcción de la horizontalidad social, se echa de
menos una respuesta asamblearia de la comunidad académica a todos los niveles.
Y no me refiero a protestas en la calle, sino a la constitución de grupos proactivos
académicos de profesores, estudiantes, catedráticos, rectores en cada
Universidad e Instituto del Estado. La cultura es la mejor herramienta de lucha, y la
cooperación y apoyo interuniversitario posibilitaría la elaboración de nuevos programas
políticos realistas, innovadores, progresistas, y cercanos al hombre. Me niego
a pensar que tenemos educadores egoístas y no altruistas -si bien ya se están formado algunas asociaciones-, y por tanto apelo a una
inyección de optimismo en la posible desmoralización en que se encuentra este
colectivo, que parece haber olvidado que ellos son la gran "fábrica de las ideas".
Y no sólo hablo de comunidades educativas. Es muy importante
acabar de construir con miles y miles de grupos, asociaciones y asambleas la
horizontalidad del edificio de derechos humanos más robusto que nunca se haya
realizado. Hasta los más jóvenes –dotados de la imaginación más idealista- deberían
atreverse a construir grupos de debate a la espera del momento en que algún nuevo
canal que surgiese pudiera recoger sus ideas, y quién sabe si también su persona.
¿Quién mejor que trabajadores de una ONG de derechos humanos
para gestionar los derechos humanos en el Estado? ¿Quién mejor que ellos para alimentar
niños hambrientos a cambio del engorde de obispos excluyentes? ¿Quién mejor que
trabajadores médicos de una ONG altruista para gestionar la Sanidad en nuestro
país? ¿Por qué no asociaciones de la dependencia para mejorar la calidad de vida de
los dependientes? ¿Quién mejor que una asociación de afectados hipotecarios para
gestionar la vivienda desde el Estado? ¿Quién mejor que otras asociaciones surgidas
del pueblo para renacionalizar todo lo que nos han robado privatizando? ¿Quién
mejor que jueces progresistas para ayudar a construir el gran cerrojo de la
prisión de los corruptos y ejecutar su expropiación patrimonial?...
¿Y después qué? A construir el segundo piso de derechos. Es
imposible que miles de asociaciones bailando cada una a su ritmo ayuden a
construir un programa político común y aportar a las personas que lo ejecutarán
desde el Gobierno del Estado. Hay que coordinar el baile, hacer que la música
suene a la vez en distintas partes del país; es decir, se ha de empezar por
agrupar y posibilitar el intercambio de conocimiento entre asociaciones
homogéneas entre sí, ya sean asociaciones médicas, asociaciones animalistas, de
derechos humanos, de la mujer, de la diversidad, de medio ambiente, de
economistas progresistas y con alternativas, de agricultura, de jueces que se
preocupan por los ciudadanos,… Es decir, el segundo piso son las asociaciones
que coordinarán a otras asociaciones homogéneas,... que tendrán que olvidarse de las pequeñas diferencias sociales y/o territoriales.
¿Y después qué? A construir el tercer piso de derechos: construcción
de asociaciones heterogéneas que agrupen las asociaciones homogéneas creadas en
el segundo piso. Seguro que el diseño resultará un poco más complejo, pero el
agua del “Géiser” ha de fluir por este camino o su estallido será incontrolado
para bien o para mal.
El proyecto “Géiser” será iniciado por aquellos individuos
que encabezan movimientos sociales en la primera planta, y perciban que ya es hora de empezar a construir el segundo piso. Este ascenso vertical hacia la gobernabilidad del país concluirá en el piso superior, al que habrán llegado aquellos representantes surgidos del altruismo, e impulsados desde los niveles asociativos inferiores. Su programa político habría sido elaborado, debatido y consensuado por las asociaciones, grupos y universidades que hubieren participado en la construcción de esta verticalidad social.
Es difícil creer que el pueblo no daría de forma mayoritaria su legitimidad en las urnas a un proyecto de tal calibre.
¡Hagamos Historia! Podemos y debemos.
¡Hagamos Historia! Podemos y debemos.
Luis Díaz
Un idealismo constructivo el tuyo pero no olvides que qualquier acercamiento al poder corrompe hasta al mas pintado por lo que este edifico que tu propones deberia estar hecho de un material transparente. La transparencia aquella Glasnotz de la Transicion sovietica debe impregnar todos los poros de este Geiser que no me parece del todo mal.
ResponderEliminarNo puedo estar más de acuerdo contigo Farenheit. Este programa político tendría que contar con una democracia 2.0 "online" (nada de votar cada 4 años y ya está), la publicación electrónica en red de cualquier servicio que paguemos (desde Ayuntamientos, CCAA y Estado), invertir en inspecciones y castigar ejemplarmente el robo de lo público, que en definitiva no deja de ser otra cosa que robar a un anciano que ha trabajado toda su vida para despedirse de ella con una sonrisa. Cualquier cosa que deseemos TODOS, es posible, hasta modificar la Constitución si es necesario.
ResponderEliminarSaludos y gracias. Luis
... El triángulo de Sabato ...
ResponderEliminarHola Rosana,
ResponderEliminarPues más bien no, aunque también es muy interesante.
Un saludo. Luis
los de arriba nos han metido de cabeza en esta situación caotica y ahora somos nosotros los que estamos pagando sus errores y salvandoles el culo mientras que ellos pillan todo lo que pueden y sacan lo sustraido a paraisos fiscales para asegurar su futuro...
ResponderEliminarasi es imposible que el pais salga a flote, sin duda es necesario que acabemos con el poder corrupto y sea el pueblo quien coja las riendas, personas ilusionadas y tranparentes con ganas de llevar el pais arriba y devolver el bienestar a la gente que lo a perdido todo.
Explotemos como un geiser y que el agua caiga hirviendo sobre el virus que acecha nuestar sociedad.
Gracias Anónimo, explotaremos como un géiser tal como dices, o nuestro futuro se ahogará en él.
ResponderEliminarUn saludo. Luis