John Gray |
”Necesitamos
instituciones en las que muchas formas de vida pueden coexistir”.
Esta es la premisa que John Gray reclama en
“Las Dos Caras del Liberalismo” (2001), incompatibles entre sí. Por un lado, recupera
la antigua corriente de tolerancia liberal que –a su entender- hoy se adapta a
nuestra forma de vida. Se trata del modus vivendi hobbesiano. Y por otro lado,
la enfrenta a la ortodoxia liberal tradicional, es decir, al ya superado consenso
racional y universal sobre el mejor y único modo de vida posible para toda la
humanidad.
Las nuevas tecnologías, las comunicaciones o las
migraciones masivas han traspasado el ideal clásico de tolerancia liberal en
favor de ajustarse a los conflictos de valores, inherentes al ser humano como
resultado de la diversidad de creencias e ideales éticos personales: “Los
humanos siempre tendrán razones para vivir de formas diferentes”.
El modus vivendi es una concepción de la
tolerancia liberal adaptada al hecho histórico del pluralismo, que presupone
conciliar (no homogeneizar) en una vida en común a diversidad de individuos y
valores, situación actualmente insostenible con la aplicación de las ideas
liberales al uso.
Y si bien el liberalismo tradicional tendría
que estar superado, lo irónico es que el liberalismo actual (incluso el
estadounidense) ni siquiera es eso; es más bien un discurso estratégico para
fines fundamentalistas. No se trata de un consenso sobre un modelo de vida,
sino una vía para mantener el poder. Este liberalismo no solamente no da
soluciones para la justicia social, sino que además mantiene numerosas posturas
al respecto, y se muestra indiferente ante esta indefinición de criterio, que
por otro lado, es tan importante para construir una teoría de justicia, base de
la misma teoría liberal, lo que hace caer de bruces en la contradicción a todas
estas implementaciones liberales. Es más, las sociedades modernas carecen de
consenso sobre los valores liberales, y si parecen coincidir en la idea liberal
de que cada uno es coautor de su propia vida, después se ven inmersos en el
conflicto de tener que ser leales a comunidades establecidas que no funcionan
internamente con parámetros liberales.
Y España es un buen ejemplo de que a cualquier
cosa llamamos liberalismo. El partido del Gobierno se comporta internamente aplicando
valores “marxistas”, es decir, repartiéndose en comunidad la riqueza de los
bienes sustraídos al Estado, al pueblo, -incluso de espaldas a sus promesas y
al mismo Derecho - justificándose en mentiras que disfrazan de criterios liberales,
que no solamente están a años luz del modus vivendi que reclama Gray, sino
que son contradictorios con la política que llevan a cabo, donde incluso una religión
de carácter universal –y por tanto incompatible con la verdad del pluralismo de
valores- dirige los pasos fundamentalistas y poco conciliadores de los
gobernantes.
Pero además se hacen llamar neoliberales, porque
especulan que promover el libremercado facilitará el nacimiento de un sistema
económico mundial, sin considerar ni siquiera la posibilidad de que no haya
solamente un sistema económico compatible con las exigencias de la modernidad;
cuando además las libertades que defienden las instituciones de mercado
solamente son justificables en la medida en que puedan satisfacer las
necesidades humanas.
Esta interesada visión que mantiene el liberalismo fundamentalista junto con la creencia de que todas las sociedades modernas convergirán hacia los mismos valores es ironizado por Gray como una cuestión de fe, una “sombra fugaz del monoteísmo”, que en nuestro caso es menos fugaz.
Quizá las sociedades liberales no
fundamentalistas y con proyecto de modus vivendi tengan mucho que ofrecer al
ser humano en el futuro; pero necesitamos recordar que la Revolución Francesa
nos legó algo más que libertad; también igualdad y fraternidad; y será
necesario aceptar ciertas ganancias y pérdidas en las libertades individuales
para conseguir vivir en un mundo de justicia y paz, con la dosis exacta de liberalismo, ni más ni menos.
Luis Díaz
Genial artículo Luis para finalizar el año. Curioso que los liberales de antes sean los izquierdistas de ahora... típica manía de la derecha de hacerse con término ajeno. Algunos se hacen llamar "liberales en lo económico" para no integrarse en este paradigma conceptual que otros muchos subscriben. Paradigmas hay muchos. Incluso demasiados.
ResponderEliminarUn abrazo, @adriantsn
Feliz 2014
Gracias Adrián. La política usa el término "liberalismo" de forma indiscriminada y buscando contextos propicios -sin importar la coherencia con las propias acciones-, y como bien dices, hay quién solamente defiende el liberalismo económico; prueba de que no interesan las libertades individuales, sino el mantenimiento del actual sistema de distribución de riqueza, porque les es favorable.
ResponderEliminarFeliz año. Un abrazo.
Luis
Muy interesante, Luis, Adrián,
ResponderEliminarLa manipulación de palabras/significados la hace todo dios, incluso los semióticos.
Libertad, igualdad y fraternidad
Deben estar en un equilibrio armónico, respetando la ‘ley de factores limitativos’ o ‘ley de mínimos’
(http://en.wikipedia.org/wiki/Limiting_factor, http://en.wikipedia.org/wiki/Liebig%27s_Law)
Mis mejores deseos a todos para 2014 y siguientes.
:-)
Hola Manuel,
EliminarGracias por estos links tan acertados.
La aplicación de principios similares hacia distintas disciplinas de la vida dibujan una mente abierta y global.
Felicidades.
Un abrazo. Luis