jueves, 21 de mayo de 2015

De Bolivarianos y de Comunitaristas



Michael Sandel, filósofo (src=www.kevincmurphy.com)
Simón Bolívar, el Libertador, liberal. Rico hacendado descendiente directo de los colonos españoles fundadores de Caracas, criollo y burgués que combinó su exquisita educación ilustrada en la libertad con la posesión de esclavos, y en cuyas haciendas trabajaron numerosos campesinos pobres.

Si bien hace 200 años Bolívar dedicaba unas líneas en su Discurso de Angostura -su hoja de ruta hacia una Federación americana- a la abolición de la esclavitud, no escribió ningún renglón sobre la redistribución de la riqueza o la justicia histórica con los nativos que perdieron su libertad y sus tierras como consecuencia de la brutal y sangrienta colonización española, perpetuada en el tiempo por familias burguesas españolas como la del mismo Simón Bolívar.

En la emancipación de las colonias españolas fue muy importante la mano del Libertador, para independizarse del monopolio económico y comercial que mantenía la monarquía española. La descolonización de los nativos no llegó nunca.

Quizá por todo esto, siempre me he negado a aceptar la figura de Simón Bolívar como un símbolo de las revoluciones populares, ya que su condición social y su educación ilustrada, así como la misma Historia, lo han enmarcado en la página de las revoluciones liberales burguesas, no de las revoluciones populares.

En la actualidad, en debates televisivos, a menudo se comete el error recurrente de asociar a los nuevos partidos políticos emergentes de la izquierda con la revolución bolivariana, una revolución legítima e históricamente comprensible, pero de privilegiados y para privilegiados; una revolución de pensamiento que hoy día acercaría a Bolívar más a Mariano Rajoy, a Esperanza Aguirre, a Artur Mas, o a las políticas liberales de facto del PSOE; con todas las distancias históricas necesarias. Muy al contrario, estos nuevos partidos parecen deambular felizmente entre algún lugar entre el comunitarismo de Sandel y el republicanismo cívico.

El comunitarismo de Sandel no es un sistema hostil al liberalismo, sino que lo critica a la vez que lo complementa, corrigiendo sus tendencias extremas, incondicionadas y descontroladas a liberarlo absolutamente todo; y que, por tanto, la libertad individual se desarrolla con normalidad, aunque con ciertas limitaciones sociales.  Considera la necesidad de que tanto el Estado como los ciudadanos se impliquen de forma activa en la vida pública.

Por otro lado, el republicanismo es como un puente único por donde cruzan simultáneamente varias ideologías políticas en armonioso equilibrio: comunitaristas, socialistas y marxistas, e incluso liberales. El republicanismo reivindica la “res publica”, la “cosa pública”, “lo que pertenece al pueblo”; es contrario a la monarquía hereditaria; y defiende la libertad política de los ciudadanos, solamente sujeta al imperio de la ley, no a la voluntad de otros hombres. Para ello, reclama la participación del pueblo en la política, creando ciudadanos y no súbditos. El republicanismo cívico acaba imprimiendo igualdad en estos ciudadanos.

Una política de la izquierda donde un pueblo participativo mantiene en equilibrio la libertad y la igualdad es una puerta para entrar, como ciudadanos de hecho, en la mayoría de edad.

Luis Díaz

No hay comentarios:

Publicar un comentario