La Escuela de Atenas, de Rafael Sanzio |
Las negociaciones
fallidas de Grecia con la Troika europea y la decisión del Gobierno griego de
someter a sufragio universal los parámetros de dicha negociación, parecen
conducir irremisiblemente a Grecia fuera de la eurozona. La aversión de la
Unión Europea hacia la democracia es un hecho indiscutible. Siguen siendo un “Mercado Común Europeo”, una institución cuya estrategia y decisiones responden a la voracidad económica, a la insensibilidad ante otras políticas, y a la proximidad a las grandes fortunas.
El Tratado de
Maastricht de 1992 simbolizó el principio de la integración política de la
entonces Comunidad Económica Europea. Pasó a conocerse como Comunidad Europea,
y proyectó una nueva Unión basada también en principios democráticos y en el
respeto a los derechos humanos. Se dibujaba el nacimiento de la ciudadanía
europea y de sus órganos representativos.
Así bien, aquella
semilla de la nueva Europa se germinó con la ambiciosa expectativa de convertir
la unión económica no sólo en una unión monetaria, sino de posibilitar además
la unión política, es decir, perseguir el objetivo de hacer converger las
democracias, los derechos y las libertades de los estados miembros hacia una
ciudadanía común.
Maastricht
prometió favorecer el sentimiento de pertenencia a la Unión Europea, la
protección de la salud pública, la cooperación para el desarrollo, la
protección efectiva de derechos e intereses de los consumidores, favorecer el
acceso a la formación profesional de la juventud, el desarrollo de una
educación de calidad, la protección elevada del medio ambiente, la estimulación
de empresas y pymes, de los centros de investigación y las universidades
en sus esfuerzos de I+D de alta calidad; y –entre otros muchos aspectos- la
persecución de una cohesión económica y social entre los países miembros, donde
España, Grecia, Irlanda y Portugal saldrían favorecidas.
Veintitres años
después de Maastricht, el resultado en los países del Sur de Europa es bastante
distinto al proyecto inicial: la ciudadanía europea se confunde con la alemana,
la salud y la educación públicas de calidad ya no convergen con la igualdad y
los derechos de los ciudadanos, la protección del medio ambiente queda
supeditada a criterios económicos, el apoyo a empresas y pymes sólo se hace
efectivo si pertenecen al sector financiero, la investigación y el desarrollo
emigran al Norte, miles de consumidores desprotegidos y estafados por la Banca;
y la cohesión económica y social se ha escenificado como una obsesiva petición
de pago de deudas con intereses abusivos en un marco claramente especulativo,
donde Europa no duda en atropellar las democracias, y hoy Grecia es el
mejor ejemplo de ello, con la Unión Europea ejerciendo de Cobrador del Frac como si Maastricht nunca hubiese existido.
Es dramático el llamamiento de Alexis Tsipras a su pueblo (ver blog de Àngels M. Castells: Dramático llamamiento de Alexis Tsipras a la ciudadanía griega).
Es dramático el llamamiento de Alexis Tsipras a su pueblo (ver blog de Àngels M. Castells: Dramático llamamiento de Alexis Tsipras a la ciudadanía griega).
La Europa del
euro está apostando por dar una lección a Grecia, un correctivo ejemplificador para evitar que otros países, como España, puedan seguir el mismo camino. Y por eso, las únicas opciones a negociar son la bancarrota del país o el fracaso de la nueva democracia emergida en Grecia. Se trata de propagar el miedo, un repugnante pulso a la libertad política de los ciudadanos para afianzar sus políticas económico-represivas y conseguir nuevos flujos monetarios en dirección sur-norte (ver blog de Manuel Ballbé: Alemania y los Capitales en Fuga).
Europa está a punto de girar una curva desde la que ya no volveremos a ver Maastricht nunca más, colocando al ciudadano europeo en un punto de inflexión vital de renuncia a su libertad política. Es necesaria una inmediata solidaridad política entre todos aquellos países que deseen forjar una nueva alianza que conduzca a un nuevo futuro político. Esta crisis griega debería ser el principio, el Ave Fénix, la oportunidad histórica de dejar de ser los remeros del barco neoliberal.
Si Grecia es finalmente expulsada del euro, el espíritu de Maastricht desaparecerá; y tendremos que aceptar que el actual camino europeo no sirve a todos por igual.
Europa está a punto de girar una curva desde la que ya no volveremos a ver Maastricht nunca más, colocando al ciudadano europeo en un punto de inflexión vital de renuncia a su libertad política. Es necesaria una inmediata solidaridad política entre todos aquellos países que deseen forjar una nueva alianza que conduzca a un nuevo futuro político. Esta crisis griega debería ser el principio, el Ave Fénix, la oportunidad histórica de dejar de ser los remeros del barco neoliberal.
Si Grecia es finalmente expulsada del euro, el espíritu de Maastricht desaparecerá; y tendremos que aceptar que el actual camino europeo no sirve a todos por igual.
Luis Díaz
Este artículo es
una actualización del publicado en mi blog el 11 de Junio de 2013.