domingo, 21 de julio de 2013

De los Dependientes y de los Mantenidos



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“Hay que entender que en la vida no hay límites, sólo hay retos y oportunidades para superarnos”.

Son palabras del Licenciado en Derecho Manuel Martínez Fernández extraídas de su libro “Superando la Parálisis Cerebral”. Desde la experiencia personal, las dificultades, y la fuerza de voluntad de toda una vida, Manuel denuncia y enseña que la sociedad a menudo y erróneamente entiende las discapacidades como enfermedades, dignas de lástima, y con el convencimiento de que las personas con alto grado de discapacidad funcional están abocadas irremisiblemente a la desgracia y a cierto desahucio personal.

Esta guía tan vital y optimista también sorprende al lector con el atrevimiento intelectual y justificado de elevar la totalidad de la población a la categoría de discapacitado, por demostradas razones y clarificadores ejemplos, pero entre todo esto, la verdad más evidente que encierra es que hoy día la Ley de la Dependencia también ya incluye a los ancianos, es decir, a todos y cada uno de nosotros en algún momento de nuestra vida. No obstante, no deberíamos esperar a la vejez para comprender qué es una discapacidad, y tampoco que la normalidad –ni lástima ni invisibilidad- es la mejor respuesta que podemos dar.

Manuel Martínez invita a todos los discapacitados a perseguir cada día la igualdad paso a paso, en buscar alternativas a la funcionalidad perdida; resaltando la importancia por un lado de la rehabilitación, y por otro, de apoyarse en los avances tecnológicos en el área de la discapacidad, sin prejuicios, así como salir a la calle sin reparos por utilizar sillas, bastones o muletas. La diferencia entre seguir estos consejos o no seguirlos marcará la diferencia entre la calidad de vida y la realización personal; o convertirse en personas sin autonomía y con alto riesgo de depresión.

Tanto el libro de Manuel como el activo y conocido papel de los ancianos en la sociedad de la crisis actual es una gran definición de lo que esconde la Dependencia: se trata de un conglomerado de individuos potencialmente muy productivos. Unos por cuidar de las familias que se han encontrado súbitamente con el problema del paro, los otros por tener unas historias personales de superación que los han convertido no en personas iguales a los demás; sino en personas para los que no existen retos que no sean capaces de enfrentar. La frase del inicio de este artículo representa el espíritu del discapacitado, pero también es el espíritu del aventurero, el de las personas que no han tenido una vida fácil pero han sabido superar con dignidad las dificultades. Y lo que es más paradójico, esta frase es asimismo el paradigma del empresario o emprendedor.

El Gobierno de la Nación, en vez de recortar ayudas a la Dependencia, quitándoles la limosna que reciben, sillas, prótesis y demás elementos imprescindibles para discapacitados sin recursos económicos, debería entender el alto potencial emprendedor de este colectivo, perfil que no tenemos los demás, perfil que sólo pertenece a marineros que han cruzado mares imposibles y a exploradores de curiosidades y de miedos. Si se ayudara a estas personas a alcanzar horizontes más lejanos, pronto aparecerían en España una nueva generación de empresarios de éxito, cuya discapacidad sería pura anécdota, y su alta capacidad directiva sería motor productivo del país.

Después de denunciar los recortes a la Dependencia, sólo me cabe denunciar los no recortes a los “Mantenidos”. Recuerdo a Esperanza Aguirre hablar de “mamandurrias” y de “Papá Estado” para criticar subvenciones que no eran de su agrado, mientras ella y toda su noble familia succionan sin interrupción desde lo público hacia lo privado. Aunque no es la única, merecía ser destacada en estas líneas por exhibir hipocresía populista mientras oculta sus contradicciones. Los “Mantenidos” viven en el Caso Gurtel, en el Caso PP o Bárcenas, están en la cúpula del PP, son cargos de confianza, son los amigos, son los amigos de los amigos.  Cuando no es corrupción son sueldos; cuando no son triquiñuelas legales son remuneraciones abusivas a la mediocridad; cuando no es financiación ilegal por comisiones de empresas, son subvenciones a empresas en las que ellos o los suyos participan.

No nos equivoquemos, dar subvenciones a los dependientes es un acto de derecho y una potencial inversión de futuro, es el envidiable ejemplo de la superación social; pagar el sueldo a nuestro Gobierno sin exigir nada a cambio es dar dinero a los “Mantenidos”, es invertir en mediocridad, en los mediocres hijos y mediocres amigos de los mediocres, y en definitiva, abocarnos hacia una depresión económica sin retorno.

Luis Díaz

4 comentarios:

  1. Ayudar a personas que sus circunstancias le impiden hacer el día, día como los demás y se esfuerzan en conseguir retos y metas que no parecen nada para los demás pero son un mundo para el que las consigue, eso es ser persona. Los chupones que comentas esos y muchísimos mas de colores varios bajo una piel de cordero son lobos.

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    1. Sí, Joan. La contradicción es que los derechos de los ancianos a terminar sus vidas con dignidad y los de los discapacitados a conseguir superar los problemas funcionales, se los comen quienes no los necesitan, se los gastan en lujos.

      Después, además duermen tranquilos, pues la hipocresía es que son creyentes, y dando parte del botín al obispo de turno consiguen la tranquilidad de su conciencia.

      Cómo se parecen todas estas actitudes a las que se practicaban en los tiempos del Papa Alejandro VI, el Borgia.

      Saludos. Luis

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  2. Pues la verdad a veces duele pero es la verdad, no hay alimentar la asistencia peroincentivar el esfuerzo yo ayer me encontraba saturado por un equipo mediocre decidi tirar adelante la faena y asi lo hice.
    Amar.

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    1. Hola Amar,

      No se si he entendido bien el comentario. Tan sólo matizar que en el caso de la dependencia, la ayuda y subvenciones son vitales no sólo para incentivar el esfuerzo sino también para garantizar que todos jugamos con posibilidades de éxito parecidas en esta vida.

      Saludos. Luis

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