lunes, 23 de septiembre de 2013

Del Nazismo de la PAH y de Esos Ultras de mis Ojitos



Cuando el Gobierno del PP califica de terrorista y nazi a una plataforma social anti-desahucios para la defensa de los derechos ciudadanos ante los abusos bancarios; mientras, por otro lado, se ahorra las definiciones precisas para tildar tan sólo de “vándalos” a los partidos neonazis de ultraderecha que atacaron con violencia la sede de la Delegació del Govern de la Generalitat en Madrid, es señal de que esta sopa político-liberal es de sobre.

Hace pocos meses que escuchábamos a Cristina Cifuentes vincular la PAH con grupos “filoetarras”, y también a María Dolores de Cospedal comparar los escraches de la PAH de nazismo puro. Mientras el nazismo alemán gaseó hombres, mujeres y niños en los campos de concentración, aquí desde la irresponsabilidad y el insulto a los muertos, es comparado con ciudadanos honrados y estafados que exigen justicia. Como contrapunto, los grupos violentos que se autodeclaran neonazis y hacen apología de desprecio a la democracia y a la diversidad, son clasificados con calificativos menos taxativos y claros, como si de criaturas haciendo una travesura se tratase.

“El Periódico” del pasado domingo ha publicado un ilustrativo artículo de portada sobre la ultraderecha, donde expone el deseo de estas formaciones violentas de alcanzar las instituciones. Cuenta que las pequeñas diferencias entre los numerosos grupos radicales existentes los mantienen separados, lo que no es de extrañar considerando que son grupos que profesan adoctrinamiento estricto con base militar, religiosa y excluyente, donde el pensamiento individual queda disuelto en la ideología del grupo. Son partidos que al rechazar a la mismísima xenófoba ultra-formación Plataforma x Catalunya de Josep Anglada por “catalanista”, ponen de manifiesto la firmeza en la ejecución de sus planteamientos intolerantes y antidemocráticos.

En mi opinion, la ultraderecha ha estado en la sombra y un tanto desaparecida en los últimos años porque alguien les ha robado cierto margen de espacio político. La política anti-crisis y anti-pobres del PP ha hecho numerosos y rentables guiños a este sector, consiguiendo que muchos de ellos nunca hayan estado tan cómodos. Quizá por esto el Ministerio de Interior está siendo continuamente acusado de exceso relajamiento ante la proliferación de estos grupos. También esto explicaría por qué el PP –con Soraya Sáenz de Santamaría a la cabeza- tumbó la propuesta de ERC para impulsar la ilegalización de estos partidos ultras. No creo que se sientan cómodos con ellos, pero estoy seguro que en los límites colindantes de ambas ideologías, hay mucho votante potencial compartido, que al fin y al cabo es lo que realmente les importa.

No se puede llamar libertad de expresión a hacer apología de lo antidemocrático, de la violencia, del racismo, de la xenofobia, de la homofobia, de la catalanofobia, o de cualquier otra fobia que no entre en estos catecismos. Unos con condenas, otros relacionados con la prostitución; ni les interesa la privatización de la sanidad, ni la educación, ni la cultura, ni la Banca, ni lo público, tan sólo los preceptos dominantes, excluyentes y arcaicos del franquismo.

El odio que se está fomentando entre Catalunya y España ha dado alas a estos grupos violentos. Y la irresponsabilidad recae sobre quien hace las leyes en una democracia nadando en corrupción y mentiras, para favorecer a una Banca ya soberana y a un sector privado plagado de amiguismos e intereses personales; y en cambio, no se preocupa de gestionar con ejemplaridad lo público así como de promover la convivencia de la ciudadanía y la justicia social.
 
Los ciudadanos deberíamos aprender que el conflicto no reside entre ciudadanos madrileños, catalanes, vascos, gallegos, andaluces o extremeños. El germen del odio lo incuban la casta de políticos madrileños, catalanes, vascos, gallegos, andaluces o extremeños, instalados y que usan al pueblo como un ajedrez, como un arma arrojadiza, unos contra otros, para conseguir sus fines y mantener sus privilegios. Nosotros picamos y acabamos odiándonos unos a otros.

Todos juntos podemos cambiar esto. Aunque sólo sin ellos.

Luis Díaz

4 comentarios:

  1. El auge del fascismo por toda Europa es más que preocupante. La historia siempre se repite, y, por alguna extraña razón, el ser humano siempre se ha preocupado por repetir aquellas épocas que fueron malas para él. La Unión Europea parece tener la boca callada ante un tema que no puede retrasarse más: el resurgir del fascismo en Europa. Esperemos que estos pensamientos no lleguen a cumplirse. Un saludo, Adrián

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  2. Gracias Adrián por tus comentarios. Las crisis también repiten el resurgir de estos grupos adoctrinados.

    Saludos. Luis

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  3. Cierto... las crisis tienen mucho que ver.
    Ando leiendo estos días el libro: Teoría sobre el desarrollo capitalista (escrito en 1941), ya se comentaban entonces las razones de su aparición cuando las cosas van mal. Parece mentira lo actual que es esa publicación 70 años más tarde...

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  4. Gracias Lluc por el comentario y la recomendación :)

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