domingo, 16 de junio de 2013

De Alberto Garzón y del Vaso Lleno



Mientras me disponía a leer el libro de Julio Anguita y Carmen Reina “Conversaciones sobre la III República”, no he podido sino detenerme a escribir este artículo al encontrar una descripción rápida, clara, objetiva y fresca sobre el escenario político del que venimos, en el que estamos, y al que deberíamos ir, a cargo de su prologuista Alberto Garzón.

No reproduciré el contenido de este buen prólogo –mejor leerlo-, pero sí destacaré cuando Alberto Garzón nos advierte que -según los expertos- de nuestra transición democrática no apareció un proceso ejemplar –con el que recuerdo íbamos presumiendo y dando lecciones especialmente por Latinoamérica- sino “una democracia de mínimos” o una “democracia de baja intensidad”.

Me gustaría invitar a comprender las implicaciones de este -al parecer inofensivo- concepto. Lo interiorizaremos muy fácilmente si hacemos una comparativa entre “el vaso medio lleno” y “el vaso medio vacío”. Una “democracia de mínimos” quizá sí fue un buen punto de partida post-franquista, “un vaso medio lleno” ante la dificultad política del momento, una forma optimista de visualizar un futuro democrático, un punto de inflexión hacia una democracia plena que vendría posteriormente, donde la política convertiría imperfecciones en derechos, soberanía, justicia y libertad.

Pero no fue así, ya que a la casta política de la Dictadura también se le supuso erróneamente buena fe democrática. Un gran error, pues la evidencia presentaba a unos dirigentes privilegiados que habían dedicado su vida a ser los carceleros represivos y deshumanizados de un pueblo con altas carencias personales, sociales, educativas y sanitarias; y que probablemente sólo pensaron en el cambio de régimen tras las presiones políticas llegadas desde el otro lado del Atlántico. Hoy cabe después de 40 años de dictadura y 40 años más de una “democracia de mínimos” (“vaso medio lleno”), también llamada “post-franquismo neoliberal” (“vaso medio vacío”), reconocer que esta democracia no ha cumplido la expectativas que teníamos de ella.

No obstante, la crisis económica global, nuestra crisis del ladrillo particular, la crisis de valores, la crisis política, la “democracia de mínimos”, y el fracaso de la transición, sí son ahora un estupendo caldo de cultivo de ideas sociales, donde hay que ser optimistas y ver “el vaso completamente lleno” -un vaso de la Grecia Antigua y no un vaso de la España franquista-, confiar que esta vez el pueblo sabremos encontrar el mejor camino de convivencia por nosotros mismos y al margen de la alergia democrática de unos cuantos, porque hoy tenemos la educación que Franco nos robó y la tecnología que nos permitirá hacerlo. 

Despertares.

Luis Díaz

2 comentarios:

  1. A si es y de no serlo sera derrumbe de la mayoría, yo pienso que si recuperamos el valor, el respeto y
    como no el apoyo entre unos y otros mas los medios actuales podemos hacer cambios y de hecho de están haciendo tenemos que unirnos y ser una fuerza.

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    1. Gracias Joan. Es un proceso muy lento y muy frágil, y tal como dices, que necesita que nos olvidemos de pequeñas diferencias para hablar de lo que importa.
      Un saludo. Luis

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