domingo, 4 de agosto de 2013

Del Derecho a Decidir y del Corpus de Sangre



“El Derecho a Decidir” como concepto es una base ineludible e incuestionable en un contexto democrático puro; asimismo se convierte en hiriente propaganda política cuando lo garantizan dictaduras de derechas o de izquierdas; y deviene un galimatías cuando surge en una democracia, como la española, donde no está claro lo que somos, a dónde vamos, ni de dónde venimos.  La frase ha aparecido en Catalunya en medio de la crisis como un slogan de marca, para acompañar la celebración del que convertirán en un evento teatral patrocinado por las clases pudientes catalanas; las mismas que hoy se encuentran bajo un halo de corrupción, a la par que venden la sanidad catalana en silencio al mejor postor.

Estos dirigentes políticos han utilizado en su favor las manifestaciones del 11 de Septiembre contra los recortes del Gobierno de Rajoy. Elaborando un cóctel de independencia y descontento social, donde no se pueden separar los ingredientes, se han puesto al frente del pueblo catalán de forma oportunista e interesada. Han conseguido poner de su lado personas que están en contra de la privatización de la sanidad pública, mientras ellos, detrás de la bandera independentista, van privatizando hospitales. La contradicción en estado puro se sirve cuando esconden la corrupción catalana con el mismo rictus que se hace en Madrid, Andalucía o Valencia; y pretenden ir hacia un nuevo Estado europeo, cargados de maletines, mentiras y privilegios ocultos entre la multitud. Vuelven a utilizar al pueblo como ya ocurrió hace 400 años.

El 7 de Junio de 1640, día del Corpus, estalló el conocido ‘Corpus de Sangre’ en Catalunya, un levantamiento de unos 500 segadores que quemaron y saquearon las casas de los funcionarios del Rey Felipe IV y ejecutaron diversos linchamientos, acto que dio lugar al inicio de la ‘Revolta dels Segadors’.  El pueblo tomó la decisión de luchar contra los excesos y abusos de los soldados del Rey, bajo la política militarista del Conde Duque de Olivares. La monarquía de Felipe IV –como las monarquías de la Europa del momento- necesitaban del apoyo de las instituciones periféricas para mantener su poder, lo que promovía privilegios locales que se consideraban un inconveniente desde el poder central. En este contexto, la “Unión de Armas” propuesta por el Conde Duque de Olivares buscaba la creación de un gran ejército y cierta unión “patriótica” con la que vieron amenazados sus privilegios -entre otras- las clases pudientes catalanas. Este hecho llevó a los diputados e instituciones de Catalunya rápidamente a ponerse al frente de la ‘Revolta dels Segadors’, para con la excusa de “luchar con el pueblo”, defender sus propios privilegios.

Y si en algo tienen razón es que sí, todos tenemos que poder decidir. Poder decidir sobre las acciones de Gobierno en materias importantes como la privatización de la sanidad, los recortes en educación, o cualquier otra decisión que resulte de vital importancia para nuestra vida en común. Poder decidir sobre el reparto de la riqueza. Poder decidir sobre el patrimonio de los corruptos y su futuro carcelario. Poder decidir cómo construir una independencia real de los tres poderes del Estado. Poder decidir si sólo queremos reyes en la baraja. Poder decidir qué políticos acabarán su mandato y cuales no, qué jueces acabarán su mandato y cuáles no, qué altos funcionarios son necesarios y cuáles no. Poder decidir la fortaleza e intensidad de auditorías y controles administrativos. Poder decidir sobre el blindaje constitucional de las pensiones de los abuelos, entre otros logros sociales. Poder decidir sobre la protección de la cosa pública ante la insaciable sed privada de beber en esta fuente. Y también poder decidir sobre la unidad territorial o no, pero siempre sin manipulación, con transparencia; y con las máximas de libertad, igualdad y fraternidad.

Si prestamos atención a las clases político-burguesas que nos están invitando a decidir; escucharemos cómo nos invitan a decidir sobre si el poder lo tendrán los Grandes de España o los Grandes de Catalunya; en ningún caso podremos decidir sobre sus privilegios de clase.

Probablemente España necesite cambios y personas que los lideren, pero los que ahora hay, es seguro que no sirven.

Luis Díaz

2 comentarios:

  1. Xristo de ,los fanales7 de agosto de 2013, 10:14

    El canvi comença en les més petites accions, en les més quotidianes i en cada una de les persones...

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    1. Cierto. Y porque cuesta tanto esfuerzo, hay que vigilar quien se pone delante a rentabilizar esas acciones.

      Saludos. Luis

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