domingo, 3 de marzo de 2013

De Molière y de España Enferma


España se siente muy enferma. Los médicos han dicho que como la prima de riesgo está inestable y alta, los bancos próximos a la quiebra, los intereses de la deuda incontrolables, el crecimiento económico negativo, los informes del FMI y del BCE son desfavorables, el bono del Estado próximo al bono basura, el paro desbordado, y la corrupción desatada; se necesitan docenas de medicinas, sangrías y lavativas para aplicar a la población y curar así nuestra enfermedad. Si tuviésemos que clasificar la enfermedad que tenemos los españoles, sería bastante difícil encontrarle un nombre, pero parece que eso es algo menor, ya que lo que todos tenemos claro –dada la compleja semántica de los síntomas que nos explican que padecemos- es que estamos enfermos, muy enfermos. Parece justo que los poderosos y dirigentes que diagnostican y tratan con esta grave enfermedad con la finalidad de sanarnos cobren enormes sueldos a cambio de aplicar la que debe ser tan sabia y tan avanzada medicina en nuestras vidas, - sólo entendible por los más preparados y con uso de términos ininteligibles para el resto de mortales tales como “simulación de lo que hubiera sido en diferido en partes de una lo que antes era una retribución…”. 

La comedia de Molière “El Enfermo Imaginario” tan sólo pretendía criticar la medicina de la época; y sin embargo, se presenta hoy como una gran paradoja de la crisis económica en nuestro país. La popular trama de esta obra de teatro explica la contínua desesperación de un personaje adinerado (Argán) y obsesionado por estar enfermo a pesar de gozar de una extraordinaria salud. Su paranoia es alimentada por una serie de médicos –como el Dr. Purgón, entre otros personajes- que buscan sacarle su dinero con pesadas facturas a cambio de encontrarle cientos de problemas y hacer incomprensibles diagnósticos alarmistas usando una medicina rayana en lo absurdo, y convenciéndole de tomar sus medicinas y lavativas incluso con amenazas sobre su propia vida.

[Dr. Purgón a Argán]“Puesto que os habéis declarado en rebeldía contra mi tratamiento… (…) vengo a declaraos que os abandono a vuestra pobre constitución, a la intemperancia de vuestras entrañas, a la corrupción de vuestra sangre, a la acidez de vuestra bilis y a vuestros humores. (…) ¡Antes de cuatro días habréis llegado a una situación incurable! (…) ¡Caeréis en la bradipepsia! (…) ¡De la bradipepsia en la dispepsia! (…) ¡De la dispepsia en la enteritis! (…) ¡De la enteritis en la disentería! (…) ¡De la disentería en la hidropesia! (…) ¡De la hidropesia en la extinción de la vida, a lo que os habrá conducido vuestra locura!. 

La conclusión de la obra de Molière expresa tanto sentido común como sorpresa: los tres personajes que aprecian a Argán (su hija, su hermano y la criada) y que desean que acabe con su enfermedad imaginaria, consiguen engañarlo y convencerle que para convertirse en médico no hace falta estudiar. Así pues, después de un pequeño Carnaval interpretativo, se dispondrán a nombrarle médico. Por tanto, contra una enfermedad imaginaria, la solución final fue convertir al enfermo en un médico imaginario que pudiese también curarse a sí mismo. 

En nuestro caso, tampoco los españoles estamos enfermos. Es el sistema financiero el que ha enfermado y para sobrevivir necesita hacernos creer que la enfermedad y las lavativas tienen que ser para nosotros. La Unión Europea nunca ha trabajado por la unión de los pueblos, no es una unión real. Mientras España y otros países del Sur se desangran, Alemania se beneficia y crece con nuestra prima de riesgo,a la vez que nos acusan de vagos. Sólo prestan dinero a nuestros bancos para que paguen a los suyos. Así no quiebra ni la banca alemana, ni la española; tan sólo quiebra el pueblo, que se enfrenta como avalista a deudas inasumibles en el tiempo y que los bancos no devolverán. Mientras tanto, nuestros políticos se dedican a curarnos cobrando grandes facturas al privatizar nuestros bienes en beneficio de ellos mismos y de sus amigos. 

Ni estamos enfermos ni necesitamos purgas, lavativas, medicinas o sangrías. Nuestra solución final también será despedir a todos estos médicos que nos parasitan y convertirnos temporalmente en médicos imaginarios. Tendremos que acceder por vía democrática al poder, enfrentarnos a la imposición de los mercados financieros, renegociar la deuda, y presentar ultimatums a Europa para empezar. Es la hora del todo o nada para el pueblo. 

Luis Díaz 

4 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo Lluis, es así de claro.somos nosotros el pueblo los que debemos cortar esto y acotar pero se necesita una unión extrema y organizada, de no ser así y entrometerse mas sanguijuelas ya puede ser el final.

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  2. Willi von Bildenberg3 de marzo de 2013, 21:09

    Muy fina y acertada tu analitica... permiteme que me saque el sombrero de tres picos(o inyecciones intravenosas). Las farmacéuticas vendrian a ser... las multinacionales.... Y el pobre Argan cada uno de nosotros.

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  3. Una pregunta: ¿Qué es el pueblo? ¿El pueblo puede llegar al poder? ¿De qué forma? ¿Cuando llega se queda allí? ¿Y qué hace?

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  4. Hola JLCP, quizá me equivoque pero tengo la sensación de que las preguntas son retóricas y reflejo de escepticismo ante el escrito.

    El pueblo eres tu y soy yo, no es una tercera persona ajena a nosotros. En mi opinión el pueblo sí puede llegar al poder (está naciendo una fuerte corriente potenciando la utopía como una realidad gracias a la tecnología que hoy tenemos).

    Cuando se llega al poder, se llega habiendo desarrollado un programa y unos fines que se llevan a la práctica, no se está de paso. El pueblo está hoy mucho mejor preparado que la actual casta política que nos gobierna y una regeneración politica es posible.

    El único enemigo que tenemos es el escepticismo y pensar que el pueblo es algo ajeno a nosotros mismos.

    Un saludo. Luis

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