Los medios de comunicación se están haciendo eco de la
imputación de la Infanta Cristina en el caso Noos por el Juez Castro, con la
oposición de la Fiscalía Anticorrupción. El Rey de España ha tomado partido por
el fiscal manifestando sorpresa por la decisión del Juez; cuando la gran sorpresa
debería ser que la Fiscalía Anticorrupción se comporte como un cortafuegos con
los indicios de corrupción de su hija frente al Juez que los está investigando.
Este escenario de choque de la Corona con el
Juez Castro es un buen ejemplo para que los españoles aprendamos lo poco conveniente
que es mantener una monarquía como símbolo visible de nuestra Constitución y de
nuestro país, cuyo máximo representante es una persona a la que la misma Constitución
le exime del cumplimiento de las leyes (artículo 56.3 de la Constitución: “La
persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad”). Si ahora la
Corona interfiere en la independencia de poderes del Estado –concretamente en
el judicial-, es completamente legítimo, y por tanto, consecuente pensar que nuestra actual Monarquía Constitucional
genere una contradicción severa con el Estado de Derecho que pretende garantizar.
Llegó el momento de plantear en España otras formas democráticas
de organización del Estado, sin reyes ni príncipes. El mantenimiento de la
realeza por línea sanguínea tiene su origen en regímenes absolutistas de hace unos
cuantos siglos, y querer vender que todos los españoles somos iguales ante la
Ley, mientras el RH hace poderosos a unos y vulnerables a otros, es una
soberana hipocresía.
Escuchando el mensaje de José Agustín Goytisolo y su poesía infantil
“Erase una vez” -popularizada durante el franquismo en el exilio por el
cantautor Paco Ibáñez en el Olympia de Paris- descubriremos que perseguir nuestros
sueños es la única forma de darle la vuelta a la realidad, es la única vía de
darle la vuelta a nuestro maltrecho Estado de Derecho y ponerlo "del Derecho":
Érase una vez
un lobito bueno
al que maltrataban
todos los corderos.
Y había también
un príncipe malo,
una bruja hermosa
y un pirata honrado.
Todas estas cosas
había una vez.
Cuando yo soñaba
un mundo al revés.
al que maltrataban
todos los corderos.
Y había también
un príncipe malo,
una bruja hermosa
y un pirata honrado.
Todas estas cosas
había una vez.
Cuando yo soñaba
un mundo al revés.
José A. Goytisolo
Luis Díaz
molt agut i encertat
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