miércoles, 9 de enero de 2013

De Samaniego y del Neoliberalismo

Un Estado con tejido empresarial propio, público, y productivo es el perfil de un país con capacidad de generar beneficios, de independencia financiera, de enfrentar crisis económicas, y sobre todo es un país con posibilidades de, por una parte, reinvertir en sus empresas, y por la otra del mantenimiento de servicios e instituciones menos productivas y más deficitarias, pero que comulgan muy bien con los principios de igualdad y de solidaridad, con los derechos humanos, con la libertad de expresión o con las libertades individuales a que alude una y otra vez la Constitución Española.

Por tanto, parece consecuente que el neoliberalismo de Estado y su obsesión privatizadora del patrimonio común, es una perversa actitud -aunque legítima- que siembra un negro futuro democrático
contrario a nuestro espíritu constitucional.

Desde posturas neoliberalistas, siempre se esgrime el mismo manido argumento de la no productividad de la empresa o de los servicios públicos para justificar su transferencia al sector privado. Sin entrar a valorar qué caminos lícitos e ilícitos pueden llevar a una empresa potencialmente productiva a ser deficitaria, estas posiciones ponen en evidencia la incompetencia manifiesta de los responsables públicos que deciden deshacerse de las empresas antes que de realizar ningún esfuerzo o solución imaginativa en beneficio de todos.


El neoliberal mata al perro para acabar con la rabia, de la misma manera que privatizando el Estado se acaba con la democracia. Hoy somos un país hipotecado y sin capacidad de generar ingresos porque hemos vendido por unas pocas monedas todas las gallinas de los huevos de oro que hemos tenido, para beneficio de unos pocos, y de sus amigos.

Érase una gallina que ponía
un huevo de oro al dueño cada día.
Aun con tanta ganancia mal contento,
quiso el rico avariento
descubrir de una vez la mina de oro,
y hallar en menos tiempo más tesoro.
Matola, abriola el vientre de contado;
pero, después de haberla registrado,
¿qué sucedió?, que muerta la gallina
perdió su huevo de oro y no halló mina.

¡Cuantos hay que teniendo lo bastante,
enriquecerse quieren al instante,
abrazando proyectos        
a veces de tan rápidos efectos,
que sólo en pocos meses,
cuando se contemplaban ya marqueses,
contando sus millones,
se vieron en la calle sin calzones!

Félix Maria Samaniego, versión de "La Gallina de los Huevos de Oro", de Esopo.

Luis Díaz

1 comentario:

  1. Messi, Leocadio-Angel9 de enero de 2013, 18:13

    Es lo que se ha venido en llasmar Cultura del Pelotazo

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