Justifica la
doctrina católica los grandes males de este mundo contando que el dios que adoran
no interfiere en la vida de los hombres de la Tierra por haberles concedido
libre albedrío. Así no obstante, se percibe cierta sordera doctrinal en el
pueblo ya que las contínuas pregarias y dádivas de los fieles no sólo persiguen
prerrogativas en el más allá y después de la muerte –expiar sus pecados
terrenales-, sino que intentan convencer a este ser todopoderoso -bien a él o a
los miles de santos y vírgenes que le secundan- a conseguir logros en la Tierra
y a que otros -menos avenidos católicamente- no lo hagan.
De esta manera, los
fieles no aceptan el libre albedrío divino, y le piden una y otra vez egoístamente que
se haga la voluntad del mortal por encima de la omnipoderosa voluntad divina primigenia;
convirtiendo el libre albedrío en una buena excusa para justificar el hambre en
países africanos, pero no lo suficiente para permitir que la sociedad civil decida
–por ejemplo- ser laica con total libertad y sin ofensiva religiosa.
Las herramientas
del fiel para convencer al divino pasan desde el rezo intensivo, el
adoctrinamiento, el cumplimiento de promesas con azotes optativos, el acolitismo
más o menos fundamentalista acusando a otros de antinaturales; cuando son ellos
los que explican que seres demoníacos con alas de pollo gigante adosadas en
la espalda son una realidad que existe después de la muerte. Ahora bien, el católico siempre puede evitar algunos duros
procesos expiatorios ingresando en la caja del dios unas cuantas monedas,
cuantas más, mayor será la comprensión divina.
Es consecuente
pues que con esta crisis tan intensa que vivimos, en España hayan aumentado las
subvenciones públicas a la Iglesia Católica, ya que esto forma parte de la
solución global. El Partido Popular ha delegado funciones en el Nuevo Gobierno
de la Nación, contratado para afrontar el gran trabajo reformista que hay por
delante: el divino ejercerá de Presidente, y contará en el Consejo de Ministros
con el “Corpus Christi” como Vicepresidente, la Virgen del Rocío como Ministra
de Trabajo, la Conferencia Episcopal al mando del Ministerio de Economía y
Hacienda, “la Moreneta” en Inmigración, los cuatro evangelistas en Educación,
los evangelistas más apócrifos para Deportes, y la Vidente del Escorial como
Ministra de Sanidad. Otros cargos se irán asignando sobre la marcha y sobre en
mano, "como Dios manda".
Es seguro que este
Gobierno llevará a España a ser una gran potencia mundial, volveremos a ser la
cuna espiritual de Occidente, el nuevo renacer de la fe a la luz de las
hogueras purificadoras.
Luis Díaz
Pienso que el panorama actual no solo por la crisis, también por lo que se sabe de casos de corrupción y que no son todos los que habrá; pues todo junto nos ha dejado a la altura del betún.
ResponderEliminarLo jodido es que nadie de los que son responsables pagara nada de nada y tendrá inmunidad y apoyo de los ignorantes que no ven con los ojos si no con las orejas.